esta piedra (la declaración de fe en su divinidad) edificaré mi Iglesia». Pedro tuvo muchos aciertos cuando reconoció a Jesús como el Hijo del Dios vivo (Mt. 16:22, 23), pero inmediatamente cometió un gran desacierto al tratar de convencer al Señor de aquello que el enemigo estuvo procurando lograr durante todo su ministerio, que no fuera a la muerte de cruz, sino que viviera sobre la Tierra ejerciendo su poder para poner orden en este desquiciado mundo. 1. El mal consejero y el divino abogado frente
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